lunes, 18 de abril de 2016

Hombre de gris

No son buenas fechas. Durante demasiado tiempo he estado buscando la manera de sobrellevar mejor los acontecimientos más tristes que me han pasado en toda mi vida y son muchos los consejos que escucho. Sin embargo, la conclusión general que saco de todos ellos es muy preocupante.

"Vive tu vida sin importarte nadie". "Haz lo que te gusta". "Cambia de look, de ambiente". "Haz cosas nuevas". "Aquí y ahora". Son algunas de las frases que más se repiten. En un principio podría parecer que son acertadas, optimistas y llenas de energía pero ocultan un oscuro secreto: El consumismo emocional.

Estamos en un momento en el que el consumismo tradicional ha calado tanto en nuestra sociedad que ya hasta las relaciones personales se toman como objetos con obsolescencia programada. Y lo peor es que aparecen teorías psicológicas para justificar este comportamiento y fomentar aún más la búsqueda del placer por el placer dejando a un lado el esfuerzo y el sacrificio por sacar lo mejor de nosotros para con los demás.

Ahora se fomenta también el sacar la mejor versión de uno mismo. Cambiar de look, de ambientes y de actitud. Quererse a uno mismo. Convertirnos en alguien que no somos. Esforzarnos por ser atractivos para los demás siguiendo las normas estéticas de moda... Hace tiempo que estoy tratando de hacer eso. Me corté la coleta que me identificó durante 15 años. Me dejé la barba de una semana que está de moda y me compré ropa actual. Incluso estoy yendo al gimnasio. ¿Y todo para qué? Para ser uno más de la manada. Para ser un hombre gris, igual que todos, consumiendo cigarrillos de tiempo uno tras otro,  sin corazón, sin importarme lo que sienten los demás porque el más importante debo ser yo y mi felicidad está por encima de todo.

Eso es lo que los consejos que escucho encierran. Eso es lo que las nuevas teorías buenrrollistas del "Aquí y Ahora" de Eckhart Tolle no te van a contar. Egoísmo, hedonismo, vampirismo emocional, borreguismo... Esta es la mayor victoria de un sistema que destruye al ser humano y los convierte en seres descerebrados y manipulables, sin sentimientos, sin corazón, sin empatía ni amor por los demás. Simplemente una plaga de langostas que consume y consume, tanto cosas como a personas.

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