lunes, 8 de septiembre de 2014

Falacias en el debate sobre el aborto

De nuevo toca hablar sobre este apasionante y complejo tema: el aborto.

En esta ocasión me voy a centrar en el recurso retórico de la falacia, que desgraciadamente es usado de forma masiva para justificar las posiciones pro-abortistas. Es un texto largo y en algún momento difícil pero los valientes lectores que lleguen al final se verán recompensados.

Cuando a alguien le indicas de que está soltando una "falacia" habitualmente se siente atacado y cree que se le ha faltado al respeto por no compartir su opinión. El término falacia está desgraciadamente muy mal considerado y pocos son los que entienden su significado. La falacia, del término latín "fallatio" (engaño), en términos generales se puede definir como "un argumento que por construcción parece válido pero que en realidad no lo es". A veces, aunque un argumento sea falaz las premisas y conclusiones no tienen por qué ser erróneas. Considerar que todas las falacias son falaces es en sí misma una falacia y por tanto hay que tener cuidado a la hora de juzgar la validez o falsedad de un argumento falaz.

La falacia generalmente se usa de manera involuntaria por ignorancia o desconocimiento aunque también se usa como recurso retórico intencionado en política y otras disciplinas para intentar engañar y convencer al auditorio basándose en falsedades conocidas por el ponente.
Desconozco si los ideólogos de la posición pro-abortista usan la falacia de manera intencionada o involuntaria pero lo que es innegable es que lo hacen en gran medida y, sin entrar en la validez de las conclusiones a priori, resulta intrigante y preocupante que su posición sea defendida por un número tan grande de falacias. Veamos algunas.

1.) Falacia de la afirmación del consecuente
Básicamente es afirmar una conclusión verdadera porque es consecuencia de dos premisas verdaderas. El flujo lógico es así:
Premisas: A implica B,  C implica B
Conclusión:  A implica C.

Por ejemplo: "1. El sol es amarillo. 2. Un limón es amarillo. ERGO 3. El sol es un limón". O por ejemplo "1. Te quiero más que a mi vida. 2. Mi vida eres tú. ERGO 3. Te quiero más que a ti misma." (Les Luthiers). En estos simples ejemplos es fácil reconocer la falacia. En el caso de la argumentación pro-abortista el flujo de causa-consecuencia es un poco más complejo pero igual de falaz. Véase el caso:
Premisas: A implica B, B no implica A. C implica D.
Conclusión: D no implica C.

     1. Un árbol surge de una semilla.
     2. Una semilla no es un árbol.
     3. Una persona surge de un embrión. ERGO
     4. Un embrión no es una persona.

Esta falacia se desenmascara cuando uno continúa el flujo consecuente y llegamos a la afirmación del absurdo que era más fácil de ver en los casos simples. La construcción lógica funciona admitiendo la equiparación o paralelismo entre "semilla" y "embrión". Es decir, se tiene que admitir que son entes equivalentes. También se admite que sus respectivas relaciones de implicación con "árbol" y "persona" son la misma, en este caso "surge de" con lo que se llega a la conclusión consecuente absurda de admitir que "árbol" y "persona" son entes equivalentes.

2.) Falacia Ad Ignorantiam
Esta falacia es la preferida por los amantes de los OVNIS y conspiraciones mundiales. Se trata de admitir que algo es cierto simplemente porque no se conoce la prueba de lo contrario. Hay que añadir que tampoco existe prueba del argumento a favor y por tanto se defiende sólo con la falta de la prueba contraria. Esta prueba puede ser desconocida de manera general, es decir, que no se haya encontrado nunca, o que simplemente sea desconocida por la persona que está argumentando. Por ejemplo: Scully: «¿Que tu hermana fue abducida por alienígenas? Eso es ridículo». Mulder: «Bueno, mientras no puedas probar lo contrario, tendrás que aceptar que es cierto». (Expediente X).
En el caso de la posición pro-abortista esta falacia aparece en el intento de definir como humano o no humano al objeto que surge tras la fertilización del óvulo por el espermatozoide. La argumentación en este caso ofrece variopintas razones como la existencia o no de órganos formados y funcionando, la existencia o no de sistema nervioso central, capacidades sensitivas, etc. Al encontrar una clara dificultad para afirmar o negar la humanidad de ese objeto la posición pro-abortista acepta la negacionista amparándose en la imposibilidad de demostrar lo contrario pero tampoco pudiendo demostrar de forma irrefutable pruebas a favor.

3.) Falacia Ad Hominem.
Este es uno de los últimos recursos que se usan en los debates cuando van faltando razones que esgrimir. Se trata de una invalidación de cualquier argumentación dada por el oponente apoyándose en alguna característica que aparentemente le inhabilita para que sus argumentos sean tomados en consideración. Esta falacia es ampliamente usada en el mundo de la política. Por ejemplo: "Tal político es sospechoso de fraude fiscal por tanto no tiene la altura moral para dar lecciones de economía."
En el ámbito pro-abortista esta falacia se hace además acompañada de una gran generalización apresurada (otra clase de falacia). Se desprestigia e inhabilita de facto a todos los hombres a opinar sobre el aborto por el simple hecho de ser hombres y no poder gestar ni parir y porque pueden desentenderse de la criatura concebida, pues algunos lo hacen. Esta falacia además es un caso de discriminación por razón de sexo que viola derechos fundamentales recogidos en la Constitución y en la Carta de Derechos Humanos. "Los hombres no pueden opinar sobre el aborto porque son hombres."
Esta falacia suele aparecer combinada con la:

4.) Falacia del Alegato Especial.
Esta falacia tiene lugar cuando alguien recurre o hace alusión a una visión o sensibilidad especial del tema objeto de debate y, bien sea de manera implícita o explícita, esta persona mantiene que el oponente posiblemente no puede comprender las sutilezas o complejidades del tema en cuestión, porque no alcanza el nivel de conocimiento o la empatía que supuestamente se requiere. En el caso pro-abortista se reconoce rápidamente cuando se le trata de dar más valor a la opinión de la mujer por el hecho de ser mujer y sobreentender que su condición le aporta mayor conocimiento sobre el tema.

5.) Falacia Ad Consecuentiam.
Es un argumento que concluye que una premisa es verdadera o falsa basándose en si conduce a una consecuencia deseable o indeseable. Por ejemplo: "Dios debe de existir, porque si no existiera no habría moral y el mundo sería horrible."
En el caso pro-abortista esta falacia toma aires bastante sórdidos que además pone de relieve una tendencia de escurrir el bulto y huir de las responsabilidades. "Es mejor abortar porque de tenerlo, el niño debería criarse como hijo no deseado, quizá en una familia desestructurada si el hombre se desentiende y tal vez con pocos recursos económicos, y a la larga sería malo para él y un trauma para la madre." O también la clásica "Si se penaliza el aborto, muchas mujeres se verán obligadas a abortar en clínicas clandestinas insalubres o viajar a Londres como antes..."
Esta falacia está a veces relacionada con otra como es la:

6.) Falacia Cum Hoc Ergo Propter Hoc.
Que asume que si un acontecimiento sucede después de otro, el segundo es consecuencia del primero. Aunque obviamente una causa se produce antes de un efecto, la falacia se produce al sacar una conclusión basándose sólo en el orden de los acontecimientos, es decir, no siempre es verdad que el primer acontecimiento produjo el segundo acontecimiento.
El argumento pro-abortista es el mismo que en la falacia anterior pero cambiando el orden de exposición y usando además una generalización apresurada: "Muchos niños criados como hijos no deseados sufren muchos por lo que tenerlos es un error y es mejor abortar."

7.) Falacia de la Generalización Apresurada.
Esta falacia es muy común y en el mundo científico es muy peligrosa por lo que se enseña a los investigadores a ser precavidos y a usar métodos estadísticos desarrollados durante siglos para corregir su efecto indeseado.
Esta falacia se produce cuando se llega a una conclusión que afecta a toda una población tras haber analizado una muestra muy pequeña o sesgada sin ningún criterio estadístico para determinar su fiabilidad.

Además de estas falacias, y otras muchas, existe una que yo llamo una Argumentación Terrorista que está relacionada con la falacia Ad Hominem. Es la denominada

8.) Apelación al Ridículo. 
Este tipo de argumentación se basa ya no en la inhabilitación del interlocutor debido a alguna característica específica, sino en la abierta descalificación de los defensores de la opinión contraria, así se clasifica a los anti-abortistas como carcas, torpes, incultos, de derechas, religiosos, fascistas, cavernarios, anti-progresistas, mentes cerradas, misóginos y un largo etc, aunque muchos son jóvenes (hombres y mujeres), ateos, inteligentes, formados, feministas y de izquierdas.
Este comportamiento trata de obtener el éxito en el debate mediante la opresión y la fuerza. Cualquier defensor anti-abortista sería menoscabado, insultado y vilipendiado gratuitamente de forma que el miedo a ser etiquetado y rechazado por la sociedad le hiciera cambiar de opinión.

Por otra parte, también existe una tendencia al victimismo y belicismo en los debates cuando se confunde la exposición y confrontación de ideas y argumentos, donde de forma natural debe existir un juego de réplicas y contrarréplicas, con un ataque o falta de respeto a la opinión contraria o a la persona que la defiende. Muchas personas se sienten realmente atacadas cuando se responde a sus argumentos de la manera más razonada posible desde una posición contraria. Este comportamiento suele estar relacionado con una falta de práctica del debate adulto y maduro. Estamos siendo testigos continuamente de discusiones insanas e inmaduras en televisión. Las encontramos en toda clase de programas, desde la telebasura sensacionalista hasta debates más serios e incluso entre políticos parlamentarios. Bajo este bombardeo es natural que pocos aprendan las formas educadas y civilizadas para mantener una discusión seria y relajada y acaben convirtiéndose en las guerras enconadas que se ven en TV.

Tal vez incluso alguien podría sentirse atacado de forma personal sólo con leer un texto como éste y no estar de acuerdo aun cuando he tratado de escribirlo de la forma más aséptica, científica y respetuosa posible, por supuesto sin usar descalificativos de ningún tipo. Si eres de los sufridos lectores que ha llegado hasta aquí y que no está de acuerdo con lo escrito me gustaría que reflexionases sobre qué sientes en este momento. ¿Te sientes molesto, atacado, faltado al respeto? Si es así una segunda lectura en frío y una vuelta por las referencias de más abajo probablemente alejaría ese sentimiento y entonces te invito a reflexionar sobre la enorme dificultad que entraña adoptar una posición tan inamovible y radical como son tanto la pro-abortista como la anti-abortista en este complejísimo debate.

Más información sobre falacias:

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